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¿Qué significa “Veneno para las Hadas”?

(Spoilers)

En Guillermo del Toro los monstruos tienen inocencia. Pero en Carlos Enrique Taboada, la inocencia tiene monstruosidad.

Nuestro país tuvo la fortuna de contar con el cineasta Carlos Enrique Taboada, cuyo interés giró en torno al suspenso y terror e incluso influyó en Del Toro. Si bien no todas sus películas fueron comprendidas en su momento, la excepción fue “Veneno para las Hadas” de 1984. Ganó seis premios Ariel: de Oro para el director Taboada, y de Plata como Mejor Película, Dirección, Fotografía, Edición y Música de Carlos Jiménez Mabarak. Cabe destacar la actuación de las pequeñas actrices Ana Patricia Rojo así como Elsa María Gutiérrez, quienes nos hacen creer que la historia sucede realmente en algún lugar de México. La película fue filmada en Tlaxcala, usando la arquitectura colonial y los bosques mexicanos para formar esta historia de horror psicológico.

El film abre con la imagen violenta de la pequeña Verónica asesinando a una mujer. Poco después vemos que es un cuento de su fría Nana, dónde la niña se imagina como la mala. Luego conoce a Flavia, la chica nueva de su escuela, con quien tendrá una relación fatídica.

Se establece una calma natural, interrumpida por la imaginación de las niñas, creando una atmósfera surreal. Las tomas enfocadas a las niñas también alimentan esa atmósfera, dejando a los adultos casi fuera de cuadro. Hay una ausencia de rostros adultos con tres excepciones dedicadas a subrayar el horror psicológico de Flavia así como a demostrar que la muerte trasciende ambos mundos, el adulto y el infantil. Estos encuadres enfatizan la soledad infantil, física y psicológica. 

La historia se mezcla con supersticiones del Viejo Continente de la Nana, en el contexto de la alta sociedad mexicana de los años 50’s. Los adultos son sólo voces y ecos, de presencia fantasmal de poca influencia sobre el mundo y lógica infantil de las niñas. El aislamiento de las protagonistas es profundo pues están desvalidas por muchas razones: su edad, su debilidad física, falta de recursos propios, de guía, hasta por estar en una sociedad correcta pero fría.

Flavia, la nueva cuyo nombre elegido por emperadores romanos significa “la de cabellos claros” viene de una familia acomodada, formal y sobre-protectora, su princesa aunque de melena oscura. Su inocencia es excesiva aunque su familia se jacte de seguir la razón y ser atea. Su propio padre explica que no hay brujas, pero él no entiende que los niños viven sin separar fantasía de realidad y las vivencias de Flavia se convierten para ella en la lógica que rige al mundo. La pureza que la hace curiosa por la “magia negra” de Verónica, será su mayor debilidad, y su trágica y cruel fortaleza.

El nombre de la “rarita” del salón, Verónica, significa “la verdadera imagen”. Así se establece una dinámica entre el dúo, reflejarán la una a la otra de forma implícita. Por esto Verónica es la rubia que significa el nombre “Flavia”, y envidia a su compañera y su estilo de vida: quiere convertirse en su verdadera imagen. Verónica perdió a sus padres a muy corta edad siendo criada por su ausente abuela enferma, y una Nana impaciente que insiste en asustarla con cuentos de hechiceras, ya sin éxito. Por esto la niña es manipuladora y retorcida. Flavia es sumisa para complacer a sus padres, y Verónica mala para emular a su fría Nana, la más parecida a una madre en su vida. 

Los contrastes irán siendo intercambiados entre las niñas. Flavia siempre dice la verdad. Verónica miente, así que aunque dice no extrañar a su madre, subconscientemente imita a su Nana y figura materna, y busca el control como ella a través del miedo. Verónica atrae a Flavia con mentiras, quien al ser nueva cae en las garras de la huérfana, la que vivirá su fantasía de bruja con poder sobre sí y los demás, al dominar y hostigar disfrazada a ratos de “amiga”.

Aunque las familias de las niñas son extremas en negligencia y formalidad, ambas cometen el mismo error: no considerar la seriedad de los mundos privados de las niñas y creer que sencillamente siguen la razón adulta. Verónica se hace la entendida de los mayores, pero su obsesión por las brujas muestra inmadurez y sed por esconder su debilidad. Flavia quiere aceptar la ideología realista de sus padres, pero éstos y ella misma olvidan que a su edad el miedo puede moldear sus creencias y aislarla de quienes no le creen.

Por pura casualidad los “encantamientos” de Verónica, que su Nana inventa de momento para quitársela de encima, parecen servir, con lo que Verónica se convence a sí y a Flavia de tener poderes y magia negra. Esto mella la salud mental de Flavia, en especial al fallecer su maestra de piano “gracias al diablo”. A Flavia, la culpa de “matar” a su maestra le dificulta hablar con sus padres.

Verónica no siente culpa, o por egoísmo o porque sabe que todo fue coincidencia, pero no deja su papel, prefiere ser la vieja sin miedo y no la niña solitaria. Sin embargo es interesante que se refiere a sí misma y a su víctima como “nosotras las brujas”, pues disfruta la compañía aunque no sabe ser una amiga y prefiere dominar. Aún así, su manera de hablar y de actuar comienza a ser un poco más amable, seguramente por pasar tiempo con Flavia. Por desgracia, este cambio será casi imperceptible para todos y curiosamente, al intentar dibujar a una bruja, su Nana le dice que parece momia, como augurio del horrible destino de Verónica.

Verónica quiere hacer “veneno para las hadas”, otro engaño de su Nana en el que ella tiene fe.  Flavia va perdiendo su personalidad, incorpora la de Verónica en su manera de hablar y pensar e incluso intercalan sus colores característicos; está al borde de perder el equilibrio y sufre de pesadillas, estrés y presión. Su padre estalla al descubrir su viaje al panteón, dejándola desamparada con su opresora. Al fin, Verónica la amenaza con sacarle los ojos, a pesar de que está claro que disfruta de su amistad y de que los espectadores comprendemos que nunca ha sido capaz de tal daño.

Pero Flavia ha creído todo, y cumple la profecía de su nombre: tal cual emperatriz recupera lo que es suyo mientras encierra y quema viva a Verónica, antes de que cocine su veneno falso. Irónicamente, el destino mortal de la “nigromante” viene de la cruel inocencia simple de la princesa, de su visión pura sin matiz, sencilla e infantil. Lo hizo porque rindió tributos e inocencia a la bruja, pero al creerlos inútiles se transforma en reina ejecutora y en su fe ingenua ya no duda en matar (ella cree, por segunda vez) para proteger a las hadas, a sus padres y a sí misma.

Taboada ha localizado la película en una cotidiana clase alta mexicana, por lo que para Flavia fue valor, en el mundo es un horrible crimen que la sumergirá más en su soledad y en su universo. ¿Y si Verónica hubiera acabado el “veneno”? Eventualmente su fraude se habría desvanecido y Flavia regresaría a la vida real, sin magia. Poéticamente, Flavia decide su crimen al ver a Verónica como bruja con caldero, y la sobreviviente se queda con su inocencia monstruosa en el mundo de fantasía.

Finalmente, ambas eran caras opuestas de una moneda. Flavia, princesa y emperatriz, de cabellera oscura de bruja. Verónica, reflejo de cabello claro, imagen de princesa que desea usurpar a Flavia. Sugieren reflejos infinitos y enloquecedores de un laberinto de espejos: Verónica toma la verdadera imagen de la bruja en la hoguera; pero también termina como verdadera imagen inocente, al cortarse y verse mortal sin fantasía de poder diabólico. No tiene magia y va a morir por querer disfrutar la vida de Flavia con tretas. Flavia es ahora bruja, encerró a la huérfana en un edificio en llamas con una sonrisa, y gana el poder sobre la vida y la muerte que Verónica quiso pero no se atrevió a tomar nunca. Flavia mata a su contraparte rubia por salvaguardar su inocencia, pero en su lugar la pierde y continuará con su existencia bajo la sombra y ausencia de todo lo que creyó antes de conocer a Verónica.

“Veneno para las Hadas” es una forma diferente y profunda de ver los lados inocentes y macabros de lo infantil.

La película se puede comprar a precios accesibles en tiendas en línea o Gandhi. Recomendamos verla por $25 el Jueves 31 de Octubre a las 17:00 y 19:30 horas en la Sala de 3 de la Cineteca, en la Cd. de México. 

Todas las imágenes pertenecen a Carlos Enrique Taboada, IMCINE, STPC,

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