Homenaje a Keiko Parte II
Keiko nació en Islandia, no se sabe la fecha exacta, pero al momento de su captura tenía aproximadamente dos años de edad (1979). Su captura se podría comparar con un rapto a un menor, un crimen con una penalización severa, castigada con cárcel hoy en día, pero cuando se trata de cetáceos, aun no son muchos los países que no lo dejan en la impunidad. En la época de la captura de Keiko, se había prohibido la captura de ballenas y delfines en los Estados Unidos y Canadá, pero eso no impedía la compra de cetáceos a balleneros extranjeros, de hecho, Islandia se había convertido en uno de los proveedores principales de orcas para la naciente industria del entretenimiento con cetáceos. Un dato curioso es que una orca que también fue capturada en Islandia y casi al poco tiempo que Keiko (más precisamente en 1983), fue Tilikum, la misma que trajo la atención del mundo por el documental Blackfish (2010) y que se convertiría en el “macho semental” de cierto parque temático, aun a pesar de las muertes que ocasionó durante su cautiverio, provocadas por el estrés de estar en un estanque pequeño.
Hoy veremos qué pasó con Keiko después de haber sido capturado, lo que sería el punto de partida de su viaje a lo largo del mundo.
Entrenando para el deleite de los públicos
Han pasado algunos días desde la traumática captura de la joven orca. Mientras se decide su destino, ésta pasa el tiempo en un pequeño corral acuático donde se le alimenta con sobras de pescado y si tiene suerte, algunos frescos. No pasa mucho tiempo antes de que el acuario Saedyrasfnid, en Islandia adquiera al pequeño, el cual recibe ahora el nombre de Siggi.
Durante el tiempo en Saedyrasfnid, la vida se vuelve monótona para el pequeño Siggi: ahora vive dentro de un estanque para ser exhibido. La suerte de otras orcas que son capturadas y vendidas no es muy diferente, muchas en cierto modo son afortunadas, ya que algunas de ellas mueren debido al estrés o simplemente al no adaptarse a los estanques o piscinas, pero Siggi logra sobrevivir.
Pasan 3 años, ahora es el año de 1982 y Siggi es vendido al parque de Marineland, en Ontario Canadá. Para llegar allá, tendrá que ser nuevamente montado en una camilla de lona y subido a un contenedor especial. Es muy posible que aun recuerde el terrible escenario que vivió al ser montado por primera vez en una de ellas y ser sacado del agua, pero aun a su pesar, Siggi emprende su primer viaje en avión el cual lo lleva por primera vez a tierras americanas, cruzando por aire el océano.
En Canadá lo llaman ahora con el nombre de KAGO y su hogar es ahora un estanque un poco más grande pero no más alentador. Es la más joven entre sus nuevos compañeros, seis en total, los cuales lejos de ayudarlo, se convierten en sus verdugos. Las orcas en libertad crean vínculos con sus familiares desde el inicio hasta el final de sus vidas, pero eso no quiere decir que acepten a cualquier desconocido por el simple hecho de ser orca; por esto, es que el pequeño Kago es entonces acosado y maltratado por sus compañeros orcas y por si esto fuera poco, deberá ahora también comenzar su entrenamiento para el entretenimiento de los asistentes del parque.
Kago aprende trucos de la manera más cruel imaginable: para aprender a hacer “gracias”, se le niega la comida; si hace el truco se le da un pescado, si no, recibe chorros de agua o simplemente no come. Por suerte la orca es inteligente y en poco tiempo comienza a hacer algunas piruetas. El estrés y el maltrato constante por parte de las otras orcas seguramente tienen un fuerte impacto, no sólo en su estado anímico, también en su salud. Las condiciones del estanque no son las mismas que tendría en su entorno natural y es por eso que comienza a desarrollar lesiones en su piel, principalmente en sus aletas pectorales y su aleta caudal. Sus cuidadores al fin y al cabo parecen ser los únicos con los parece desarrollar una relación positiva, pues son quienes lo alimentan y cuidan.
La orca que se volvió mexicana
Mientras Kago es entrenado y actúa para el público en un parque que se encuentra cerca de las mundialmente conocidas Cataratas del Niágara, un grupo de empresarios de un país más al sur alistaban el final de la construcción de un gran parque de diversiones: estos empresarios eran Pablo Funtanet, José Represas y Gaspar Rivera Torres, quienes lideraban el equipo que daba forma al Reino Aventura en la ciudad capital de aquel país. Estoy hablando exactamente del mismo Reino Aventura que muchos “millennials” conocimos entre los años de 1982 y 1999 en el Sur de la Ciudad de México, en la Delegación Tlalpan, a unos cuantos kilómetros del monte del Ajusco.
En el Slideshow de arriba puedes ver algunas fotos retro de lo que fue Reino Aventura al momento de su inauguración. Hoy estas mismas instalaciones pertenecen al parque Six Flags México.
Estos empresarios buscaban crear no sólo el parque más grande del país, sino de toda América Latina y para ello habían comprado un espacio de aproximadamente 45 hectáreas de lo que se conoce como el Bosque de Tlalpan. El 3 de marzo de 1982 abría por primera vez sus puertas al público, contando con todo tipo de atracciones, muy al estilo de los mejores parques del mundo; incluso hubo quien comparó a Reino Aventura con Disneyland en California. Estos empresarios buscaban que su parque contara no sólo con atracciones mecánicas, pueblos temáticos y una adorable mascota: El Dragón Cornelio. Parques como Sea World tenían el Show de Shamú, y se quiso que también Reino Aventura tuviera su propia versión de dicho show, así que un representante del parque mexicano, el Dr. José Luis Solórzano, viaja a Canadá en 1985 y ahí conocería al pequeño Kago, quien ahora tenía 8 años de edad. Al ver la situación de la orca y cómo era tratado por las otras orcas, tras una serie de arreglos y trámites se ofreció la cantidad de $200,000 USD y casi inmediatamente Kago fue vendido a Reino Aventura.
Con un costo adicional de 150 mil dólares y la intervención de personalidades de alta influencia en el Gobierno del entonces Distrito Federal (entre ellos se dice que se encontraba el empresario Jorge Hank Rhon), Kago surcaría nuevamente los cielos, esta vez con destino a la Ciudad de México. A su llegada, el día 2 de Febrero de 1986, se cerraron algunas de las vías principales de la capital del país, entre ellas el Viaducto Miguel Alemán y Periférico Sur hasta la Carretera Picacho-Ajusco, donde se encontraba el parque, el trayecto incluso fue televisado. Por supuesto que la noticia no tardó en sonar en los diferentes medios de comunicación de la época: UNA ORCA HABÍA LLEGADO A LA CIUDAD DE MÉXICO. La novedad no tardó en correrse no sólo por toda la ciudad, sino por todo el país. Kago fue rebautizado con el nombre de KEIKO, palabra femenina de origen japones cuyo significado es “Afortunado” y cuando se presentó por primera vez en el delfinario de Reino Aventura, la orca cautivó de inmediato al público mexicano: se enamoraron de la pequeña orca de poco más de 3 metros de largo y poco menos de media tonelada de peso y pronto llegó a ser tan popular que incluso se volvió más conocido que el propio dragón Cornelio. ¡Keiko se había vuelto mexicano, adoptado en los corazones de todos, especialmente en el de los niños de México!
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