Homenaje a Keiko Parte I
Quienes nacieron en la década de los 80’s o a principios de los 90’s seguro recordarán a Keiko, la famosa Orca, protagonista de la película Liberen a Willy (Free Willy, 1993), quien también era la atracción principal del parque de diversiones Reino Aventura, en la Ciudad de México. Quienes no lo conocieron, seguramente han escuchado de él, ya sea por sus padres o bien por sus hermanos mayores, pero si no lo conocieron, ¡se los presentaré! Y es que en las siguientes columnas quisiera rendirle un homenaje, para lo cual me gustaría compartir la historia de este gran cetáceo, que como a muchos en su tiempo, nos robó el corazón.
Todavía recuerdo que fue a la edad de 4 años cuando lo vi por primera vez, desde ahí me enamoré de las ballenas pero en particular de las grandiosas y poderosas orcas; también recuerdo mucho cómo me entristeció cuando supe que se iría de México y sin duda, aún me causa mucha tristeza el saber que ya no se encuentra con nosotros, tras haber pasado a mejor vida en el año 2003.
Para comprender mejor cómo llegó a México, por qué se fue y qué lo llevó a su desafortunado deceso, con uso de la imaginación haremos un pequeño viaje, uno hasta las lejanas tierras de Islandia, 42 años atrás, cuando un pequeño ballenato de orca, veía el mundo por primera vez.
Pero antes de ir ahí, ¿saben todos qué es una orca? Las conozcan o no, ¡estoy seguro que esto les parecerá muy interesante!
Orcas, los amos del océano
Las Orcas (Orcinus Orca) son de hecho los miembros mayores de la familia de los delfines y como tales, son mamíferos como nosotros, de sangre caliente y respiran aire a través de pulmones y no de branquias como los peces. Al ser delfines, también pertenecen al orden de los cetáceos, que incluye a las grandes ballenas, aunque las orcas, pertenecen al grupo de los Odontocetos, que son todas aquellas “ballenas” que tienen dientes para atrapar a sus presas en vez de barbas para filtrar (como los Misticetos). Son además los animales más inteligentes tras el ser humano y sus primos, los delfines mulares. Son cosmopolitas, ya que habitan en todos los océanos y mares no continentales de todo el mundo.
Son criaturas muy sociales: viven, cazan y viajan siempre juntos en manadas, permaneciendo siempre cerca de sus madres a lo largo de su vida. Todos los grupos de orcas son dirigidos por una matriarca, es decir, la abuela o hasta la bisabuela de toda la familia, siempre es la líder.
Cada grupo aprenderá un único dialecto y se reconocerán entre cada uno con un determinado tipo de silbido, lo análogo a un nombre como el que cada uno de nosotros tiene. De hecho, el repertorio vocal de la orca se compone en general de una compleja gama de sonidos, el cual consta de clics, chasquidos, silbidos y más, además de su especial capacidad de usar el sonido como un radar (una técnica conocida como ecolocalización), para navegar hasta en las aguas más turbias y ubicar a sus presas.
Por otro lado, cada grupo se especializa en un determinado tipo de presas, lo cual, al igual que el lenguaje, lo aprenden desde muy pequeñas. Las presas pueden ser peces, tiburones (incluyendo al Gran Tiburón Blanco), rayas, aunque también hay grupos que cazan aves como pingüinos o gaviotas, mamíferos como focas, leones marinos, y algunos grupos más arriesgados pueden cazar incluso ballenas más grandes como la Ballena Azul.
Las técnicas de caza son perfectamente coordinadas, pueden rodear a las presas y una última se encarga de dar el “golpe final”. Se han visto por ejemplo orcas en las zonas polares atrapando focas, acorralándolas para luego derribarlas de los témpanos de hielo; y en la Patagonia Argentina, un grupo de orcas aprendió a encallar a propósito en las playas para atrapar leones marinos, algo único en todo el mundo.
Por todo lo anterior: inteligencia notablemente elevada, desarrollo de cultura (lenguaje, técnicas de caza y especialización en determinados tipos de presa), empatía, capacidad elevada de socialización y pertenencia, además de su gran fuerza, es por lo que son los mayores depredadores de todo el océano, sin ningún enemigo natural, excepto el ser humano.
Pues bien, ha llegado el momento de viajar al pasado para conocer la historia de Keiko: así que imaginen que estamos ahora en la costas de Islandia, en las gélidas aguas del Atlántico Norte, en el año de 1977.
Islandia, el lugar donde todo comenzó
Es una tarde fría y las olas se alzan al lento ritmo de los vientos del norte del Atlántico; está algo nublado, pero eso no impide ver los picos de algunas montañas en el horizonte. De pronto, vemos un grupo de aletas dorsales emergiendo del agua, junto con los característicos soplidos que hacen los cetáceos al respirar. No hay duda, ¡hemos encontrado a una familia de orcas!
Los pequeños juegan con sus padres, mientras aprenden a vocalizar, a cazar y en general socializan con todos los miembros de la familia y entre esos pequeños está uno en particular que acaba de nacer, y por ahora no se aleja para nada de su madre; tiene 3 pequeños lunares en su mentón… ¡creo que ya saben de quién se trata!
Pasa el tiempo y llega el año de 1979, la pequeña orca ya se aleja un poco más para explorar y aprender, pero siempre manteniendo una distancia prudente de su madre. Un día, en la Bahía de Klettsvik en Vestmannaeyjar, Islandia, la familia de la orquita detecta que hay un gran cardumen de arenques cerca, así que uno de los centinelas del grupo da la alerta y de inmediato todos se preparan para ir a cazarlos, pero no están solos; otra criatura va también tras el arenque, una que aunque no pertenece al mar, se abastece de él, y el pequeño bebé orca, está punto de tener quizás el que será su primer encuentro con una peculiar especie de mamífero de tierra firme: se trata del hombre. Las orcas de Islandia, así como las de muchas otras partes del mundo, han aprendido a ayudarse de las redes de pesca para atrapar algunos de los peces que quedan en su interior; el pequeño, por supuesto, intenta atrapar a uno de estos peces, pero lo que su madre y familia no tenían en cuenta eran las intenciones del capitán de aquél pesquero con el que se iban a topar: el prolífico negocio de captura de orcas para vender y entrenar en acuarios era algo muy lucrativo durante la década de los 70’s y el capitán de aquél pesquero había recibido una jugosa oferta por atrapar a una joven orca y al parecer ese día era su día de suerte, pero no para la joven orca.
Mientras el pequeño atrapa algunos de los arenques, algo no esta bien, los pescadores reciben la orden de empezar a dar golpes al agua con los remos y no sólo eso, contaban además con bombas que arrojan al agua con tal de aturdir más a los animales; comenzó la persecución. Es tal el ruido que el pequeño, aturdido, se aleja súbitamente de su madre; por la confusión todo se vuelve una desoladora escena de pánico en el momento en que la madre queda de pronto al otro lado de las líneas de pesca. El pequeño está muy asustado: su madre trata de buscar la manera de alcanzarlo al mismo tiempo que siguen arrojándole bombas y hacen ruido con los motores de los botes, pero entonces sucede lo peor; un extraño rugido se escucha: una grúa baja una camilla de lona al agua, donde por la fuerza es colocado el pequeño y casi de inmediato, tras otro rugido más del motor de la grúa, este es sacado fuera del agua; no hay duda que es momento de mucho temor para el pequeño quien llora igual que un bebé desamparado. En un abrir y cerrar de ojos, en medio del llanto y el terror, la pequeña orca es arrancada de su familia. Así, como si del secuestro de un niño se tratase, es como inicia el que será un largo viaje para el joven macho de orca de apenas dos años de edad hacia el mundo de los humanos.
Con esto concluyo la primera entrega del homenaje Una Orca muy Mexicana sobre la historia de Keiko. Pero no te despegues de ¡Real Life Cartoon! que aún hay mucho más. Para ver la segunda parte de esta historia haz clic aquí