Una de las películas distópicas más influyentes de nuestros tiempos, y una animación que se adelantó a su época: “Akira”, el clásico de Katsuhiro Otomo regresó al catálogo de Netflix desde hace unos tres meses.
Parece una excelente oportunidad para aquellos que quieran verla por primera vez, revivir la experiencia de apreciarla, o para quienes quieran explorar sus miedos contra las enfermedades – aunque en este caso, el mal (¿o el poder?) que aqueja a Akira y Tetsuo va más en línea con las mutaciones.
Dadas las relaciones forzosas entre Japón y Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, que siguieron una política de prohibición para hablar acerca de lo sucedido con las bombas nucleares, el manga, anime y otras formas de expresión artística se convirtieron en las únicas formas para la población japonesa de externar sus críticas hacia los americanos y sus miedos acerca de las consecuencias de tal ataque en todos los campos sociales y las subsecuentes políticas para regularlos.
“Akira” tomó forma primero, en un manga revolucionario, al presentar las peores consecuencias existentes en el imaginario colectivo japonés, si una catástrofe nuclear mucho peor sucediera en su país. El mayor acierto de Otomo fue que exploró a gran profundidad un temor y trauma latente para su población sin escatimar en las consecuencias para sus protagonistas ficticios, creando catarsis para los y las lectoras.
Tras el éxito de Otomo con el manga impreso, logró quedarse el puesto de director para crear una película animada en dos dimensiones, que siguió al tema apocalíptico muy en serio. Los protagonistas mostraron muchas fallas humanas, y no siempre supieron lo que era correcto. En el caso de Tetsuo, incluso se corrompe pues su miedo y resentimiento dan paso a sus conductas destructivas, utilizando el gran poder que adquirió de manera accidental, en contraste a los héroes americanos de ficción que siempre elegían el camino correcto para convertirse en super héroes, y a su vez reflejando la manera real en que los estadounidenses eligieron dar por terminada aquella Guerra Mundial sin conocer las consecuencias de sus actos.
El camino de Tetsuo funciona en contraste con el de Kaneda. Éste último elige algo muy distinto a pesar de su falta de poder físicos (en contraste a las armas), psíquicos, monetarios y políticos. En cambio, Kaneda cultivó un poder de liderazgo que venía del amor al prójimo, de proteger a su grupo y de enseñarles a sobrevivir a las peores circunstancias apoyándose los unos a los otros.
La primera vez que “Akira” fue incluido en el catálogo de Netflix sólo duró algunas semanas. Aunque esperamos que esto no se repita, recomendamos encarecidamente a aquellas personas con curiosidad por conocer el destino de estos dos amigos, no perderse por nada del mundo la experiencia de esta joya de la animación japonesa.
Con información de Netflix y lwlies.com